Aprendí siendo maestro

No hay preguntas tontas, sino tontos que no preguntan
Anónimo
Empecé dando clases cuando estaba en mi etapa de bachiller. Recuerdo que cuando estaba en secundaria decía que no quería ser maestro, ni dar clases o hacer actividades parecidas a las que hace un docente frente a grupo. Hoy es algo que hago con gusto cuando me lo piden.

Estando en la universidad, algunas de las actividades que hacía en mis tiempos libres era el de dar clases particulares a domicilio o en escuela (para la preparación del examen de ENLACE) a las personas que me lo solicitaban. Empecé dando asesorías de Álgebra a chavos de preparatoria. Cuando finalicé mis estudios universitarios, me dediqué de lleno a esta actividad para subsistir económicamente.

Amplié mi portafolio de trabajo. Ahora daba asesorías de Álgebra para secundaria, Geometría Analítica, Cálculo Diferencial y Cálculo Integral, Probabilidad y Estadística, y Fundamentos de Programación.


Durante ese período tuve todo tipo de alumnos de diferentes escuelas (públicas o privadas), y de ellos aprendí muchas cosas que actualmente aplico en mi trabajo y vida personal.

Me sigue resultando increíble como es que los papás le piden a los maestros o mentores que hagan lo posible para que su hijo acredite una materia, y me resulta aún más increíble como los hijos son cómplices de esto, y el chiste de enseñar no es simplemente acreditar una materia sino el de enseñarle al alumno cómo lo que está apendiendo se va a aplicar en su vida diaria. Y como mencionaba anteriormente, tuve todo tipo de alumnos, y muchos de sus problemas de aprendizaje se debían a problemas que cargaban de casa.

Problemas familiares, falta de interés por los padres hacia el hijo, padres deseando que sus hijos fueran algo que ellos no quieren ser, tutores que creen que el dinero lo puede todo, niños chiflados, malos maestros, y muchos más problemas tuve que enfrentar durante esta bonita etapa de ser maestro.

No es fácil tratar a personas con problemas personales y familiares. De mi experiencia como coordinador de grupos y comunidades cristiano católicas juveniles aprendí a reforzar mi empatía hacía los demás y a cargar conmigo la miseria que los chavos traían consigo para poder entender su sufrimiento (o problemática, para que no se escuche tan feo) y así poder buscar una solución a sus problemas.

Y algo parecido aplica también para el trabajo. El convivir con todo tipo de personas en diferentes ambientes laborales me hace ver a mis alumnos en ellos (e inclusive yo me veo a veces reflejado en ellos)

A veces resulta difícil congeniar con alguien que no tiene las mismas ideas que tú para la realización de un proyecto, o hacerle entender a un cliente que la mejor solución para su problema no es la que él propone. También resulta difícil convivir con personas que tienen una ideología personal muy diferente a la tuya, y creen además poseer la verdad absoluta. En otras ocasiones nos topamos con personas que necesitan ayuda para salir de un problema técnico, pero no hay nadie quien quiera apoyarlos. Y a este párrafo le puedo ir agregando otros problemas o situaciones que podemos encontrar en cualquier ambiente laboral.

Y por eso digo que en las personas con las que he convivido he visto reflejado a mis alumnos. Aprendes de ellos lo bueno y lo malo, lo que quieres dejar de hacer y lo que quieres hacer, lo que no quieres ser y lo que quieres ser. Sabes que necesitan ayuda.

Al momento de ayudarles, aprendes a ser paciente y tolerante a la frustración. Aprendes también a moderar la voz y tu carácter. Compartes con otro tu conocimiento para que alguien más se beneficie de eso. Entiendes el por qué de su problema técnico y la posible causa (causa que no tiene que ser neesariamente técnica) por la cual no comprenda cómo resolver un problema (y esto da pauta a que te quites una impresión que tenías acerca de la persona que estás tratando). Y mejor aún: Si tú no entiendes algo (como manejar alguna librería, framework, lenguaje de programación, metodología, etcétera), la mejor manera de aprenderlo es enseñando.

Ser maestro, mentor, technical lead o team leader no es tarea fácil. No cualquiera tiene la vocación para enseñar y liderar un grupo de alumnos o equipo de trabajo. Si fuera por conocimientos, cualquiera pudiera cubrir alguno de esos puestos que ya mencioné, pero la cosa no va por ahí. Se necesitan muchos soft skills para poder ser alguien en un puesto de autoridad, y sobre todo humildad para reconocer que nos hemos equivocado.

El León piensan que todos son de su condición, frase. Hay que ser pacientes para con todos y dar respuestas a todas las interrogantes (sean del trabajo, escuela o la vida en general) que puedan tener nuestros receptores, aún cuando estas respuestas sean obvias o tontas. No hay que dejar a nadie con la duda.
Armando Cifuentes G.

¿Pero cómo puedo llegar con alguien que necesita ayuda si siente que la están atacando? Es quizás difícil puesto que yo también he sentido que a veces me atacan, pero no es imposible de realizar. La mejor manera de hacerlo es conociendo al recurso humano que tengo como compañero, y comprenderlo. A final de cuentas es un ser humano como cualquiera de nosotros, con un universo mental muy diferente, que simplemente necesita ayuda.


Un amigo hace tiempo me dijo que debería ser maestro y que me veía bien siendo uno. "Tú sabes mucho, Armando, y lo que aprendes te gusta enseñarlo. No te quedas con las ganas de decírselo a los demás", así me dijo él y creo que tiene razón porque ya varias personas me lo han dicho.

Así como ese amigo mío creo que también a ti te ha tocado que varios te diga lo mismo, y puede que no se equivoquen. ¿Has considerado alguna vez enseñarle a los demás todo lo que sabes sobre React o Angular? ¿Te apasiona hablar sobre arquitectura de sistemas o sobre el ciclo de vida del desarrollo de software? ¿Te han consultado varias n veces para preguntarte cómo solucionar un problema, y regresan contigo porque les gusta la manera en que les explicas las cosas y les ayudas a resolver sus dudas? ¿Te tienen confianza tus subordinados, y les tienes paciencia? Pues creo que tienes la vocación para ser maestro. Inténtalo, no te arrepentirás.

Aprendí siendo maestro, y aún sigo aprendiendo (y mejorando).

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