La Dichosa Laura García

Curiosamente aprendiendo un idioma ajeno al tuyo aprendes más acerca de tu lengua materna, porque te hace cuestionar acerca de cómo son esas estructuras del lenguaje que tú dices de una forma natural, y esto te obliga a estudiar y entender la lógica de esas mismas estructuras en otros idiomas.
Laura García
Las palabras se encuentran presentes en todo: Documentos oficiales, cartas, publicidad, ensayos, publicaciones científicas, etcétera. Es imposible prescindir de ellas. Las necesitamos para poder expresarnos. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida.

Y aunque siempre las usemos y muchas veces desconozcamos lo que significan, siempre habrá alguna persona que nos ayude a descubrir y entender el significado de las mismas. Laura García Arroyo es una de esas personas.

Es curiosa la decisión de La Dichosa Laura por inclinarse hacia las letras, puesto que desde pequeña siempre estuvo rodeada por las ciencias exactas (como las matemáticas). Sin embargo, ella menciona que para poder dar a conocer al mundo sobre algún avance científico o tecnológico se necesitan siempre de las palabras (especialmente de un lenguaje que cualquiera pueda entender).

Amante de las palabras y de los buenos textos clásicos de la literatura, así como de México, Laura se propone a resolver, junto con los dichosos Pablo, Eduardo y Germán, las dudas que tienen todos aquellos que cada fin de semana desean conocer un poco más acerca de la lengua de Cervantes.

Comparto con ustedes la siguiente entrevista realizada durante la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara del 2018, esperando sea de su agrado.

Disfrútenla.

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Armando (ArCiGo, A): ¿Podrías platicarnos un poco acerca de tu persona y lo que realizas?

Fotografía: Karolina Zepeda

Laura García (L): Soy Laura García Arroyo, estudié Traducción e Interpretación en Madrid, a pesar de que yo había siempre mostrado más interés por las ciencias exactas y los números.

Siempre había estudiado física, química, dibujo técnico, estadística, y sin embargo surgió esta carrera (de letras) en donde yo encontré un mundo de curiosidad y amplitud de palabras que me sedujo muchísimo, en el que he aprendido a investigar y a conocer la terminología desde otra perspectiva.

Mi campo de acción ha sido un poco variopinto. Empecé siendo redactora de un diccionario de francés en Ediciones SM, y ellos fueron los que me mandaron a México en el año 2000 para adaptar un diccionario para niños al castellano mexicano. A partir de ahí empezaron a surgir muchas aventuras editoriales que tienen que ver con escribir columnas en la prensa, editar revistas, escribir libros y divulgar las palabras.

A: ¿Siempre tuviste inclinación por las letras, o había algo más que te llamara la atención?

L: No. Mi papá siempre nos inculcó el amor por los números. Él es matemático. Siempre nos hacía ir sumando las cifras de las placas de los coches...

A: (risas) ¿Es en serio?

L: (risas) Sí. Todo el rato estábamos contando cosas.

Mi papá hizo una especialidad en Astronomía y le gustaba mucho llevarnos a una casita en la sierra, lejos de toda civilización y contaminación lumínica, y ahí nos enseñaba el firmamento, las constelaciones y las estrellas. A mí siempre me gustaron mucho las ciencias exactas, pero mi mamá, por otro lado, es más humanista. A ella le gustan mucho el arte y los libros, y siempre nos leía cuentos y regalaba libros. Creo que esta combinación fue perfecta para mí, porque tengo un poco del mundo de los dos. De alguna manera hay matemáticas en todo en la vida, así como palabras. Por mucho que intentemos racionalizar la relación entre letras y números, en realidad siento que somos una combinación perfecta de ambos.

A: Sobre La Dichosa Palabra, ¿cómo fue qué comenzó esta aventura?

L: Empezó en el año 2002. Pablo Boullosa estaba haciendo un programa en el Canal 22 que se llamaba El Gimnasio, que consistía en poner a escritores y literatos encima de aparatos de gimnasia mientras estos estaban haciendo ejercicio y hablaban al mismo tiempo de palabras...

A: (risas) ¿También eso es en serio?

L: (risas) Sí, también es en serio.

Era como la parodia de mens sana in corpore sano, o corpore sano in mens sana, si lo quieres ver así, y era divertido, pero no daba para tenerlo mucho tiempo al aire. Solamente duró una temporada.

En ese mismo año el programa se convirtió en Barra de Letras, que era lo mismo pero ahora ambientado en una cantina.

Cuando intentaron ver a qué personajes invitar al programa, se dieron cuenta de que había más hombres que mujeres.

Cuando hicieron el casting (selección de reparto) para ver a qué mujeres invitar el programa, alguien mencionó mi nombre. Pablo fue a buscarme a la editorial para conocerme y convencerme de que participara en el programa. Yo iba convencida de que hablaríamos de diccionarios, pero hablamos de todo menos de eso (risas).

Una vez al mes me presentaba en ese programa, pero en ese mismo año el formato tuvo su fin aquí en la FIL, y en el 2003 se transformó en La Dichosa Palabra, con un elenco fijo de cinco personas, pero aún les hacía falta una mujer para que aquello no pareciera el Club de Tobi, y volvieron a mencionar mi nombre...

Todos: (risas)

L: Y ahí empezó esa historia que pensábamos que iba a durar un año, como los dos formatos anteriores, y sin embargo llevamos 16 años al aire. Podemos decir que el programa le gustó al público y al canal. Hemos conseguido que muchas gente lea, nos vea, se interese por el idioma y que compartan con nosotros una hora de su tiempo cada sábado.

A: Sabes, lo mejor del programa es que no son técnicos o ambiguos. Muestran la información de una manera que cualquier persona pueda entenderlos.

L: Yo creo que algo que ha funcionado en el programa es que tenemos personalidades y especialidades diferentes. Cada uno de nosotros entiende las letras y el conocimiento desde cierta perspectiva. Tenemos además un humor muy particular. Después de 16 años ya todos nos conocemos como para saber que chiste va a decir cada uno, por dónde va a salir, qué le va a complementar al otro, etcétera.

Yo lo que siempre digo es que ese programa es como una charla entre amigos. Fuera del programa, en casa de cualquiera de nosotros, o en la calle, hablamos como nos ves en la televisión. Es algo natural. La única diferencia es que por fuera no tenemos cámaras que nos estén grabando ni chícharos (micrófonos de oído) que nos den indicaciones sobre lo que hay que hacer. Se trata de olvidar de que estamos en un formato televisivo y que lo que estamos haciendo es hablar de lo que más nos gusta y compartirlo a los demás. Creemos que hay mucha gente que se podría sentir igual de atraída que nosotros por las letras.

A: El programa es conocido entre los mexicanos, sin embargo hay personas que no saben del mismo. ¿Cómo los invitarías a verlos?

L: Yo les diría que a todos nos interesa mucho el lenguaje. Es una herramienta que utilizamos desde que nos despertamos hasta que nos dormimos. En los libros se encuentra el conocimiento, el vocabulario y un cómplice para poder formarse mejor como persona, como individuo pensante, y lo que nosotros lo que hacemos es dar nuestra sugerencia sobre las cosas que nos han gustado y aportado para nuestro conocimiento. Podemos ver esto como atajos. Cuando uno se enfrenta a Internet, por ejemplo, y se pregunta ¿por dónde empiezo? al ver la cantidad de cosas que hay, a veces necesita recomendaciones de gente para encontrar esos atajos y no perderse. A mi me gustaría vernos como esos cómplices que te dan chispitas, consejos, sobre las cosas que nos gustaron y que creemos que pueden gustarles.

De mis compañeros aprendo mucho todos los sábados, tomo nota de las cosas que ellos dicen y que yo desconozco, y al final, después del programa, busco investigar y profundizar sobre aquello que es nuevo para mí.

A: ¿Qué crees que falte en México para que más personas encuentren el interés en la literatura?

L: Quizás demostrar que la literatura es un amigo, no tanto una tarea o un castigo.

A veces cuando les imponemos a los niños la lectura como tarea o castigo, les estamos dando un mensaje equivocado. Hay que buscar la manera de enseñar la lectura de forma lúdica, sin caer en el error de que la lectura mera diversión porque siempre habrá algo más divertido que desvíe nuestra atención del objetivo principal.

En la literatura encontramos respuestas a preguntas, dudas e incertidumbres que todo ser humano tenemos. También podemos encontrar en los libros un pilar, un soporte, que nos acoja en los momentos de altibajos, resbalones o vulnerabilidad.

Los libros te hacen pensar, crear opinión y criterio. Es tan fácil manipular la gente si esta no tiene acceso a la educación. La lectura debería ser una obligación para evitar este tipo de cosas.

Los libros además te hacen viajar a través del tiempo, trasladarte a otras regiones geográficas y conocer y entender a la persona que estás leyendo, como si estuvieras entablando una conversación con algún amigo íntimo.

A: Para todo necesitamos de las letras, pero ¿crees que haya armonía entre la literatura y la ciencia y la tecnología?

Fotografía: Karolina Zepeda

L:
Sí. Para dar a conocer los descubrimientos hemos tenido que explicarlos, y para poder explicarlos no nos ha servido que un científico nos diga todas las fórmulas a las que llegó para poder llegar a su descubrimiento.

Uno puede ser muy bueno investigando y descubriendo cosas, pero no pudiera ser bueno comunicando estas cosas. Por eso necesitamos ese mediador (un divulgador científico) que nos permita entender el por qué son importantes todos los avances tecnológicos que han surgido, de manera que cualquier ciudadano común lo entienda en un idioma no tan científico.

La ciencia necesita de las palabras y las palabras necesitan de la ciencia para ser y existir.

A: Perfecto. Ya para finalizar, mi compañera Karolina le dirá una serie de palabras y usted responderá con lo primero que se le venga a la mente.

L: Ok, va.

Karolina (K): Ciencia.

L: Descubrir.

K: Tecnología.

L: Avance.

K: Divulgación.

L: Entendimiento.

K: Periodismo.

L: Información

K: Literatura.

L: Fascinación.

K: Comida.

L: Rico.

K: Libro.

L: Amigo.

K: Color.

L: Naranja.

K: España.

L: Casa

K: México.

L: Vida.

K: Laura García:

L: Loca

Todos: (risas)

A: Eso sería todo. Muchas gracias por la entrevista.

L: A ustedes, chicos. Seguimos en contacto.

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